Enclavado en la idílica costa de Jávea, se encuentra un rincón gastronómico que ha resistido el paso del tiempo, manteniendo viva la esencia de la cocina mediterránea y la tradición familiar. La Perla, un restaurante emblemático, es mucho más que un lugar para deleitar los sentidos; es una historia de amor por la buena comida y el mar.
Desde su apertura en 1984 por Antonio y Loli, La Perla ha sido un faro de sabor y hospitalidad en la playa del Arenal. Durante dos décadas, el restaurante evolucionó de ser un negocio familiar a convertirse en un referente culinario de la región. En 2003, cuando los fundadores se retiraron, sus hijos asumieron la dirección del negocio, llevando consigo la pasión y el compromiso que definen a La Perla.
En 2012, Vicky tomó las riendas del restaurante, trabajando codo a codo con sus hermanos Sonia y Sergio, los chefs tras los exquisitos platos que se sirven en La Perla. Este equipo ha inyectado nueva vida al restaurante, manteniendo la tradición culinaria pero añadiendo un toque fresco y contemporáneo.
La Perla se ha convertido en un lugar icónico en Jávea, amado por locales y visitantes por igual. Es el destino elegido para celebrar ocasiones especiales, ya sea una cena romántica, una comida en familia o una reunión de negocios. Además, La Perla ha acogido a varias generaciones, desde jóvenes que acompañaron a sus padres hasta aquellos que ahora traen a sus propios hijos.
En palabras de los propios dueños, La Perla es:
- Un restaurante para escribir nuevos recuerdos con el mar en el horizonte.
- Un restaurante para presenciar el crepúsculo sobre la playa durante una cena íntima.
- Un restaurante para cualquier época del año, porque el mar está perlado en invierno.
- Un restaurante para los de Jávea, pero también para quienes se desplazan a propósito.
- Un restaurante con valor humano, donde el trato al cliente es esencial, cercano y amable.
- Un restaurante sostenible, con una despensa pegada al mar y productos de proximidad.
La Perla es un testimonio de la pasión, dedicación y amor por la comida y el mar que ha perdurado a lo largo de los años. Es un tesoro culinario que ha dejado su huella en la historia de Jávea y continúa siendo un faro gastronómico en la playa del Arenal.